martes, 9 de septiembre de 2008

ARTE MUY NORTEAMERICANO

ARTE MUY NORTEAMERICANO






La exposición Arte, muy norteamericano exhibe 46 obras de las colecciones del Walker Art Center y el Museo de Arte Moderno de San Francisco. Se presentan distintos enfoques de 24 artistas representativos del Modernismo Norteamericano.
Esta importante muestra lleva al público en un recorrido por las temáticas que caracterizaron al arte norteamericano durante la primera mitad del siglo veinte. Se encuentran obras de Milton Avery, Stuart Davis, Edward Hopper, Marsden Hartley, Georgia O’Keeffe, y muchos más en pintura; en escultura y dibujo, y el creador del móvil, Alexander Calder.

Es el arte y la cultura de Estados Unidos durante la primera mitad del siglo veinte e ilustra la llegada del modernismo, tal y como fue interpretado durante esa época.

Las obras presentadas en Modernismo Norteamericano son resultado de las percepciones y aspiraciones humanas de sus creadores ante acontecimientos artísticos e históricos –artistas que viajan a Europa, incluso a finales del siglo XIX; la Primera Guerra Mundial; la Gran Depresión de 1929; el desarrollo industrial y tecnológico.

Uno de los estilos más representativos en la exposición es el Precisionismo (también conocido como el “realismo cubista”), mediante el cual los artistas buscaban reflejar un nuevo orden mundial en su obra, con base en la armonía, el raciocinio y la lógica que se encontraban en aquellas imágenes que retrataban la industria y la arquitectura

Esta es la segunda de una serie de exposiciones organizadas por un intercambio cultural entre estos museos, la primer parte fue Expresionismo Abstracto Neoyorquino con Robert Mothewell. Ahora buscan una mirada evocativa del arte y la cultura de Estados Unidos, dando muestra de corrientes como el Precisionismo, el Arte Nativo y Arte Cinético, para remontarnos y sentir la tensión sociopolítica de su tiempo, así como su aura de júbilo al depositar su fe y su idealismo en la energía y la promesa de una panacea tecnológica.
Por vacaciones el Museo Dolores Olmedo decidió cobrar únicamente 5 pesos la entrada, aprovechen y visiten esta maravillosa exposición.


Siempre nos referimos a la escultura como una obra de arte en tres volúmenes caracterizada por su inmovilidad. Esa es la base de todos los planteamientos escultóricos. El artista realiza su obra para que sea contemplada inmóvil y estática por el espectador, aunque éste pudiese emplear (si nos referimos al bulto redondo, sobre todo) diversos puntos de vista para su observación. Así había sido siempre y así seguía siendo en el siglo XX... hasta que llegó el norteamericano Alexander Calder (1898-1976).
Calder, miembro de una familia de escultores, estudió ingeniería y sin embargo no comenzó a dedicarse a la escultura hasta los 25 años, trasladándose un tiempo a París. Realiza en sus comienzos obras al estilo clásico, elaboradas con alambres. Pero a su regreso a los Estados Unidos, en 1931, comienza a experimentar la posibilidad de dar movimiento a las obras que realiza, diseñando sus primeras obras móviles (a las que se denominó "mobile". por oposición a las fijas, a las que se llamó "stabile"). Y aunque habían existido algunos intentos anteriores en este mismo sentido, se puede considerar que es a partir de las obras de Calder cuando se inicia la escultura cinética, dotada de movimiento.
Alexander Calder: "Flamingo" (1974). Chicago.
Obtiene movimiento una escultura de diversas maneras: con un pequeño motor, impulsadas por el viento si penden de un alambre, empujadas por la mano del mismo espectador (que participa así en la obra). En síntesis, Calder se acerca a la producción de esculturas con el espíritu de un niño que quiere jugar y divertirse y que goza además haciendo que los observadores de sus obras también se diviertan, que toquen, que empujen o que soplen. Estos mobiles son por lo general abstractos y su propia concepción dinámica permite que su apariencia sea cambiante. Muchas veces son de materiales ligeros, como el latón o la chapa, para que el dinamismo se incremente en mayor medida que si estuviesen hechos en materiales pesados.
Esa misma atracción por el abstracto llevó a Calder a fabricar sus stabiles, muchas veces de gran tamaño y que nos evocan en ocasiones animales o monstruos prediluvianos, pintados de colores alegres y vivos. Están quietos, pero parecen que van a ponerse a andar en cualquier momento y que van a atropellarnos, En conclusión, Calder, que también pintaba, revolucionó una de las artes plásticas que más seguía anclada en planteamientos tradicionales. Su intención fue siempre la de hacer una escultura... y sin embargo se mueve.


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